48 horas de ruta cultural y arquitectura en Sao Paulo
Por: Catalina Dib
Lo primero que llama la atención al recorrer Sao Paulo es que casi no hay turistas. Los paulistas viven en una ciudad con más habitantes que todo Chile y parecen tener suficiente con eso; todo comienza y termina en Sao Paulo, o al menos en Brasil. Con su tamaño gigantesco y pocos barrios caminables, no parece amable a primera vista, el turista clásico pasa directamente a todos los otros tanto destinos paradisíacos que ofrece el país.
Pero ir a Sao Paulo es entrar en el corazón de la modernidad brasileña. Hace recordar el Manifiesto Antropófago de 1928, del poeta Oswald de Andrade, donde propone la hibridación de la cultura, tragar las tradiciones culturales europeas con cuerpo brasileño. La arquitectura paulista es un gran ejemplo de esto, parece haberse tragado el modernismo europeo para entregar algo totalmente idiosincrático. Te invitamos a descubrirlo
Día 1
Casa de Vidrio por Lina Bo Bardi
Partamos el día con la famosa Casa de Vidrio, la primera obra construida de Lina Bo Bardi y su propio hogar hasta su muerte. La casa se ubica en el barrio de Morumbi, en ese minuto un lugar periférico y hoy, famoso por sus mansiones y condominios de lujo. Su diseño, efectuado a solo 4 años de llegar a Brasil, contiene remanentes de las sensibilidades europeas que traía consigo desde su Italia natal. Es un volumen de vidrio muy acorde a las ideas de Mies van der Rohe, con un gran espacio abierto y vidriado que se une al frondoso exterior. La casa flota, en una bella liviandad, sobre delgados pilares que la sostienen del terreno en pendiente.
La fresca cerámica color turquesa, utilizada en el piso, junto con su colección de arte popular brasileño, la acercan de inmediato a un temperamento creativo sudamericano, que se fusiona con ese racionalismo puro europeo. En 1995, a tres años de la muerte de Lina, su marido donó la casa para que fuese la sede del Instituto Lina Bo y P.M Bardi, rol que ocupa hasta el día de hoy.
Mica Restaurant
El restaurant Mica es un pequeño y taquillero local, diseñado por Marina Portolano, ubicado en una calle llena de bares en el barrio de Pinheiros. Es el resto que alimentó a los amantes del arte en la Bienal del 2018. Nutre su concepto gastronómico con las preparaciones típicas de Japón, Vietnam y Tailandia.
Parque Ibirapuiera
Para la tarde, este enorme parque se convierte en el lugar perfecto. Fue concebido por el gobernador de Sao Paulo en el marco del IV Centenario de la ciudad e inaugurado en 1954. Lo que lo hace único es que la arquitectura fue encargada a Oscar Niemeyer, quien en un gesto curioso desplegó edificios que asemejan esculturas gigantes en medio del verde tropical.
Quizás una de las visuales más impactante es la entrada principal, en la que te encuentras con dos estructuras blanco albo de aspecto futurista sesentero. Una es la Oca, un lugar para exposiciones con forma de platillo volador, y la otra, el auditorio, con una forma más recta y una extraña lengua roja.
De ahí mismo se alcanza a divisar otro emblemático edificio de Niemeyer, el Pabellón de la Bienal, una estructura de líneas modernistas clásicas, vidriada y de forma rectangular. En los años pares se monta acá la Bienal de Arte de Sao Paulo y en los impares la Bienal de Arquitectura. Además, dos veces al año se convierte en la sede del Sao Paulo Fashion.
Bar Obelisco, Museo de Arte Contemporáneo de Sao Paulo
Para el relajo después de un día lleno de información, el mejor spot es el recién inaugurado Bar Obelisco, alojado en el roof top del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Sao Paulo, cuyo edificio también es obra de Oscar Niemeyer.
Para llegar desde el parque hay que cruzar una pasarela elevada que atraviesa varias autopistas, paras un rato, miras los millones de autos movilizándose, luego subes al techo, miras la ciudad que se pierde en el horizonte y te das cuenta de la magnitud de la urbe paulista.
Día 2
Coffee Lab
Para empezar el día, Coffee Lab en el barrio de Vila Madalena es lo máximo. Tiene un patio exterior sombreado y cafés preparados en modo laboratorio por dedicados baristas.
MASP
El Museo de Arte de Sao Paulo queda sobre la Avenida Paulista, una de las calles más famosas de Sao Paulo, que los fines de semana se transforma en una fiesta peatonal. La historia de este museo es muy interesante. Comienza cuando el magnate de las comunicaciones brasileño Assis Chateaubriand, le encarga al italiano Pietro Maria Bardi la creación de un museo que mezclara distintos tipos de arte. Pietro, conocido crítico de arte y coleccionista muy bien contactado, compró en Europa obras maestras a precios post Segunda Guerra Mundial, creando con esto una colección de nivel mundial.
La arquitectura, a manos de Lina Bo Bardi (mujer de Pietro), crea un volumen que parece suspendido en el aire por dos pilares rojos, pero lejos lo más especial de este museo, es el modo único en que Lina concibió la museografía. En el segundo piso, se puede apreciar la colección permanente, con cuadros de Rafael, Rembrandt y Picasso flotando en lo que parece un bosque de obras de arte. El soporte de las obras consiste en un bloque de cemento que sostiene entre vidrios la pintura, esto permite ver el reverso de los cuadros, lo que rompe con todas las tradiciones de exhibición de la pintura europea.
Sesc 24 de Maio
Siguiendo en este recorrido alucinante de arquitectura paulista, llegamos a una obra maestra del Pritzker Paulo Mendes da Rocha; el Sesc 24 de Maio. Los Sesc son una institución brasileña fundada el año 1946, en una acción conjunta entre la industria y el estado para promover la salud de los trabajadores a través del ocio y el deporte. Hacia los años ‘60 la contracultura brasileña quiso impregnar de un concepto más cultural a los Sesc.
El Sesc 24 de Maio recoge estos conceptos en sus 6 pisos, con espacios para el ocio (bellamente llamado Plaza de Convivencia), restaurante, biblioteca, sala de exposiciones, consultas odontológicas y gimnasio, coronado por una espectacular piscina en el techo. Todo con mobiliario diseñado especialmente para el proyecto.
La experiencia de estar en medio del centro de Sao Paulo, con su decadencia y su bullicio para de pronto entrar a un oasis de concreto, agua y luz natural, es lo que conmueve de este lugar pensado para las personas.
Teatro Oficina
Es imposible ir a Sao Paulo y no salir siendo fanático de Lina Bo Bardi. Este recorrido comienza y termina con una obra de ella, porque su influencia en la cultura brasileña contemporánea es enorme y crece día a día. El Teatro Oficina, es una de sus últimas obras, terminada en 1994. Es un teatro experimental, que desde su arquitectura hace un quiebre con las estructuras típicas de la disciplina, acá no hay anfiteatro sino vidrio, andamios, una calle y vegetación. Ver cualquier obra en este espacio es una experiencia diferente.
Izakaya Issa, Liberdade
Para terminar, nada mejor que trasladarse al barrio Liberdade, la comunidad japonesa más grande del mundo fuera de Japón. Entre calles iluminadas con los típicos faroles japoneses se encuentra el restaurante Izakaya Issa, que es de esos que se entra a través de dos telas, luego te sacas los zapatos y comes con palitos.
La ruta que proponemos está pensada con cierta cercanía geográfica entre puntos sin embargo, nada es caminable! Lo ideal es movilizarse en Uber que funciona perfecto.