LiL2PAiNT en Residencia Muralista
LiL2PAiNT en Residencia Muralista
El pasado 25 de marzo, el artista Sebastián Rodríguez, conocido como Lil2PaiNT, nos dejó sin palabras en CV Galería cuando dio vida a su obra llamada “Generación Sci-Fi”, a través del dibujo digital, la inteligencia artificial y la animación para llevar a cabo a los espectadores a otro nivel.
Para el Lil2PaiNT la vivencia se destaca principalmente porque “La Residencia Muralista” es el lugar perfecto para la creación de arte colectivo. Fue única experiencia ver cómo se mezclaron diferentes técnicas para crear una obra maestra”, comentó Rodríguez.
En relación al título, “Generación Sci-Fi”, nos explica que “es parte de la obra de arte digital que celebra el papel de la ciencia ficción en los años 90, específicamente en popularizar el concepto de seres extraterrestres y reducir el miedo asociado a lo desconocido. La pieza representa a un grupo de niños en un campo, absortos en un juego de Gameboy, mientras una nave espacial extraterrestre se cierne sobre ellos, emitiendo un rayo de luz. La obra captura el sentido de maravilla y fascinación que la ciencia ficción despierta en los mentes jóvenes, ayudándoles a abrazar la posibilidad de encontrar vida extraterrestre con curiosidad en lugar de miedo. Con sus colores vibrantes y detalles intrincados, “Generación Sci-Fi”
Por esta razón no te puedes perder la oportunidad de conocer su trabajo, que además tiene la particularidad de complementarse con un código QR para que puedas ver el proceso digital del artista.
Visítanos en Nivel Terraza CV Galería y descubre cómo el arte contemporáneo se fusiona con la tecnología para crear algo realmente impresionante.
Alonso de Córdova 4355, Vitacura.
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Un Mundo sin fin
Un mundo sin fin de Daphne Anastassiou Mustakis
Un mundo sin fin de la artista Daphne Anastassiou Mustakis
Por Felipe Forteza
La artista, nacida en viña y de origen griego, presenta una serie de obras y esculturas que son su sello y representan su alma. Una paleta de colores pasteles o una intensa gama de azules y verdes, sumados a prístinas esculturas blancas dan forma a una exposición intensa, donde la figura humana, lo aparente y lo subliminal son parte de su imaginario, tanto como lo son la proyección de círculos a los que da vida con un ritmo frenético e infinito, invitando al espectador a adentrarse en su mundo, uno de sensaciones y sanaciones, de gritos y murmullos, de vida y lejanía.
Por una parte utiliza el cuerpo como vehículo de expresión, como un extenso recorrido que involucra crecimiento, necesidades, percepciones, conflictos y emociones. Este elemento de representación en el arte da forma a nuestros anhelos y obsesiones, como también a nuestra humanidad, con sus pecados y sus virtudes
En cuanto a su serie espirales, ténues y recurrentes, todas las culturas de nuestra historia nos han legado su experiencia a través del lenguaje simbólico y cada forma representa el encuentro entre lo divino y lo humano. Estas obras, precisamente nos invitan a pensar sobre nosotros mismos, a abrirnos y expandirnos hacia las potencialidades que cada uno traemos desde nuestro nacimiento.
Una representación de la unidad, lo absoluto y la perfección. Desde lo espiritual se le relaciona con la protección. De ahí nacen los anillos, las coronas o los cinturones que nos hacen “invisibles a lo negativo”. Indudable es la presencia de la segunda profesión de la creadora en cada una de sus obras. Daphne es también psicóloga, y ese conocimiento adquirido a través de años de práctica y observación, lo ha traspasado a sus pinturas y esculturas, dotándolas de profundidad y de un sin fín de miradas y simbologías, propias de su trabajo y de su aguda percepción.
Las esculturas que la artista presenta, son grandes volúmenes mayormente femeninas: intrincadas, poderosas y lúdicas, como si de un cuento infantil hubieran salido, vienen a complementar la muestra. Algunas de ellas son representadas en las pinturas que exhibe, en un tipo de duplicidad de dimensiones, generando coherencia a su trabajo.
Estas obras, al estilo de la desaparecida francesa Niki de Saint Phalle, son representaciones físicas de sus lienzos y nos invitan a reflexionar sobre la espiritualidad de nuestra existencia y la conexión que existe entre el amor, la energía infinita, la paz, la felicidad y el mundo interior y exterior que nos circunda.
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Lo que no se hereda se hurta
Lo que no se hereda, se hurta
Lo que no se hereda se hurta
Por Felipe Forteza
Juan José, desde muy niño observaba la práctica del crochet, heredada por su familia generación tras generación. Ejecutada exclusivamente por mujeres, esta expresión artística le llamaba vigorosamente la atención, en especial por el desarrollo de cuerpos complejos a partir de una simple hebra.
Por ser hombre no se le permitía practicarla, generando una represión pasiva y social respecto al hecho de su género.
Desde este cuestionamiento y una involuntaria discriminación, el creador comienza a generar su obra, reflexionando en torno a los roles de género, sumado a una genuina admiración por este ejercicio. Desde ahí, “hurta” la practica y la idea, llevando a esta manualidad artesanal hacia el objeto de arte por medio del papel gofrado, logrando inmortalizar el recuerdo de infancia, y donde la relevancia del proceso del tejido es tan importante como honrar y mantener viva la herencia de su linaje.
Su nombre viene de la palabra francesa de croc o croche, o de la vieja palabra nórdica krokr, que significa gancho. Es llamado crochet por los franceses, los belgas y los hispanos, excepto en España, donde se llama ganchillo. Se realiza con materiales básicos, hilos, cuerdas y otros elementos. Asimismo, es también valioso por ser un medio de sustento económico, movimiento cultural y terapia médica.
Su origen proviene de Arabia. También se plantea su inicio en China, donde hay ejemplos tempranos de muñecas tridimensionales trabajadas en “crocheto”, o en la tierra de los faraones, existiendo restos de este trabajo en las tumbas egipcias.
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La evolución sin fin de un creativo
La evolución sin fin de un creativo
Entrevista a Gonzalo Pedraza
Por Felipe Forteza
Este artista es singular. No solo porque su obra es de gran calidad y contenido, sino porque el periplo que ha recorrido para llegar a donde está no es cuestión de suerte. Historiador del arte, investigador, curador o artista visual, la excelencia con que ha ejecutado cada uno de estos roles lo han llevado a ser catalogado como uno de los creadores más promisorios del arte nacional.
Hay que poner ojo con Pedraza, porque lo que se propone, lo conquista. Lo conocí en casa de una conocida gestora cultural hace 10 años, y desde ese momento, con tan solo 26 años, ya prometía. A esa altura ya era un hombre maduro que profundizaba y reflexionaba con gran agudeza cada tema que discutía, como si desde ese momento, y antes tal vez, se estuviera preparando para lo que vendría, y hoy se vislumbra con claridad.
Estudió Teoría e Historia del Arte y realizó una Maestría en Estudios Latinoamericanos, ambos en la Universidad de Chile, aunque confidencia: “creo que donde realmente estudié fue en mi casa, teníamos muchas enciclopedias, un gran jardín y papeles y lápices, creo que todo eso es mucho más formativo”.
Sus habilidades son amplias, como también su trayectoria. Múltiples curatorías independientes, coordinación de residencias internacionales, colaboraciones en la Beca Arte CCU o su trabajo como curador en Matucana 100 le han brindado experiencia, redes y admiración. Cada etapa ha sido desarrollada en forma impecable, inclusive la reciente postulación para representar a Chile en la Bienal de Venecia o la muestra en CV Galería.
¿Cuéntanos algo de tu trayectoria en el arte?
Salí a los 21 años de la Universidad y traté de hacer algo que no se hacía de manera oficial en el medio: ser curador. Entendía poco de qué se trataba, pero básicamente era armar exhibiciones: desarrollar un problema, buscar obras que dialogaran con esa idea y exponerlas en un espacio contando ese relato. Me formé con antiguos curadores que encontré en varios libros y que también eran pintores, museógrafos, escritores y aventureros. Con todas esas cualidades me transformé en artista y hasta el día de hoy sigo esa línea.
¿En que categoría profesional te sientes más cómodo?
En todas, pero principalmente como artista. Comencé en 2008 creando una exhibición con las obras de arte que los vecinos de una población prestaban, se llamó “Colección Vecinal” y consistió en ir puerta a puerta preguntando: ¿me presta su obra de arte?, nos decían: no tengo; y respondíamos: lo que más se parezca. Aparecieron cuadros de marinas, paisajes, fotos, artesanías y recuerdos pegados en los muros. Reuní más de 300 piezas y se construyó un gabinete.
¿Cuál ha sido tu mayor privilegio en el arte?
Conocer. Personas de toda índole, de cabezas, clases, oportunidades e imaginaciones dispares. También estudiar todos los días tres horas, crear y hacer exhibiciones, rodearme de gente amable que me apoya. Soy muy privilegiado frente a un mundo donde es escaso el privilegio.
¿Qué período del arte, nacional e internacional encuentras más interesante?
¡Qué difícil! Del arte nacional, lo que se produjo en los bordes del siglo XIX: exhibiciones, parques y eventos universales. En el internacional la pintura de gabinete en el siglo XVI: un grupo de pintores se dedicó a retratar colecciones en cuadros de mediano formato, debían pintar otros cuadros de pintores famosos “copiando su mano”, también materialidades como oro, plata, cristal, metal y bronces, desarrollar naturalezas desconocidas y elementos curiosos sin data.
¿En qué piensas cuando creas una obra?
No pienso nada. Trabajo todo el día, me levanto a las 8 de la mañana y estudio tres horas, trabajo en la “gestión de mi vida” y en el taller de la manera más equilibrada. En la noche antes de dormir, o hasta en el mismo día, aparecen imágenes exactas de las obras que quiero, yo lo llamo “el regalo de la creatividad post trabajo”, o más fácil: un pajarito que aparece sin plan de vuelo como decía la Violeta Parra.
¿Crees que en Chile se puede fortalecer el coleccionismo?
Es complejo. Hay un coleccionismo de pocas personas que respetan la labor del artista y crean un acervo interesante según sus gustos e ideas. En esa línea destaco a Juan Yarur y Pedro Montes. Por otro lado, hay un coleccionismo de portonazo: el artista es castigado en el precio, ya que lo consideran caro para lo que “es” y se debe agradecer por estar ahí. Por tanto más que una adquisición es un favor. Otros hablan mucho de sus colecciones, de su línea curatorial y tienen veinte piezas pequeñas porque salen más baratas y caben en la maleta… usan el coleccionismo para subirse el pelo. Estas prácticas vienen también de siglos, el arribismo es milenario. El arte es un bien de lujo que solo pocos pueden comprar. Aun así, el sistema de arte local ya entiende los códigos.
¿Las ferias de arte son necesarias en Chile?
En Chile la feria de arte de todos es Ch.ACO, lleva 10 años y ha hecho un cambio en la percepción del arte por parte de todos. Antes era feo y malo vender, ahora es algo natural. Los mismos que nos enseñaban a no vender, hoy son los que venden más caro. La feria ha tenido muchos programas y todo el sistema se ha beneficiado: ventas, visibilidad, viajes, becas, etc. Una feria es una empresa privada que entrega un espacio y un tiempo para vender. Al ser privado no sé si es necesario para un estado. Para Chile es necesario un museo con una colección permanente de arte, grupos humanos con capacidades y formaciones de alto nivel intelectual y ético, espacios que contengan a los distintos protagonistas del arte y construyan audiencias. Esas son cosas de primera necesidad. Es como si me preguntaras si es necesario el espumante, te diría sí, pero es más necesaria el agua.
¿Cuáles son tus proyectos futuros?
Millones, pero como dicen las viejas: mejor no contarlos para que resulten
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Mujeres chilenas pioneras en el arte
Mujeres chilenas
pioneras en el arte.
En el contexto del mes de la mujer, CV Galería conmemora la gran labor que distintas artistas chilenas tuvieron a lo largo de la historia, siendo muchas de ellas pioneras, tanto en el país como en el exterior, en cada una de sus disciplinas.
Presentamos un listado de artistas con el que hoy queremos homenajear y recordar en este, su mes.
En CV Galería buscamos fortalecer la hibridación de la cultura y el sentido de comunidad. En él conviven el arte, la gastronomía, la arquitectura, la botánica y el diseño. De esta forma generamos un círculo virtuoso entre creación, trayectoria, talento y visión. Queremos promover e invitar a las actuales y futuras generaciones a ser parte de este mundo cultural, que fomenta la creatividad, la perseverancia, la memoria y quiere incentivar a cada uno de quienes forman la comunidad CV, a ser parte de la vida cultural local.
Marcela Paz, ESCRITORA CHILENA.
Tercera mujer en ganar el Premio Nacional de Literatura de Chile, en 1982. Su gran aporte a la literatura chilena son las aventuras de un niño de 8 años, Papelucho, que tiene una imaginación e ingenio encantadores.
Esther Hunneus Salas nació el día bisiesto de 1902 en Santiago. Marcela Paz fue el seudónimo que creó Esther, con la mezcla de una de sus escritoras favoritas, Marcella Auclair y la palabra Paz, pues le gustaba la idea de lo que significaba.
La niñez de Esther la pasó en su casa, educada por institutrices y sumida en su imaginación. Segunda de ocho hermanos, la futura novelista sufrió la muerte de su hermana mayor cuando tenía 11 años, un momento que la hizo ser aún más introvertida. Fue por este tiempo que comenzó a leer a Stefan Zweing, Fedor Dostoyevski y Anton Chejov, quienes influenciaron su futura carrera de escritora.
Su primera producción literaria que alcanzó fama fue Pancho en la luna, de 1927, con el cual ganó el premio del Concurso Sanidad. Sus escritos de tono familiar comenzaron a aparecer como breves cuentos en revistas como Lectura, El Peneca, Ecrán, Zig-Zag, Eva, Margarita y la página infantil del diario La Nación, El Diario Ilustrado y La Tercera. En todos publicaba con sobrenombres como Paula de la Sierra, Luki, Retse, P. Neka, Juanita Godoy, Nikita Nipone, entre otros.
Su obra más famosa, Papelucho, hoy reeditado más de 70 veces, recibió el premio de honor de la editorial Rapa Nui en 1947. Este libro y los que vinieron después, siempre tienen de protagonista a Papelucho, niño de 8 años que tiene muchas aventuras en su cabeza. La historia, basada en las experiencias infantiles de Marcela Paz, dan cuenta de cómo la imaginación de un niño interpreta lo cotidiano con un ingenio que siempre termina por hacer que las cosas terminen mal. La personalidad de Papelucho lo hace uno de los personajes infantiles más queridos de la narrativa chilena, pues además de sus peripecias, son historias que no tienen un tono moralista, lo que era muy alejado de la realidad social de la época en que comenzaron a publicarse.
Papelucho cuenta con 12 títulos, como Papelucho casi huérfano (1952), Papelucho perdido (1960), Papelucho en vacaciones (1962), Papelucho, mi hermana Ji (1964) entre otros. Estos han sido traducidos al francés, griego, ruso, inglés, italiano y japonés, en más de 400 ediciones. Son hasta hoy libros de lectura obligada en todos los colegios chilenos.
Marcela Paz recibió en 1982 el Premio Nacional de Literatura de Chile por unanimidad, por “atención a su dedicación especial al cultivo de la literatura en especial a la narrativa infantil; al hecho de haber creado un personaje literario de alcances nacionales y universales; como una distinción a las numerosas mujeres que en nuestro país cultivan la literatura en forma sobresaliente”.
Además de su labor como escritora, Marcela Paz ayudó a fundar IBBY (International Board on Books for Young People: Organización Internacional para el Libro Juvenil),un colectivo internacional que fomenta la lectura de niños y jóvenes. Y en un sentido más social, creó el Hogar Santa Lucía, para niños ciegos, que hoy es un Colegio, el primero de Latinoamérica, que atiende a niños con discapacidades visuales.
Lily Garafulic una gran ESCULTORA CHILENA.
“Nunca estuve en ninguna de las listas de niñas que querían asegurar marido y casa. Quise ser otra cosa desde mi infancia. Los niños jamás me interesaron y la soledad me ha sido soportable porque me casé con lo que amaba, la escultura… Le he dado todo, mi vida. Eso es amor”.
Nació en Antofagasta, en 1914, hija de padres croatas. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile entre 1934 y 1937, donde fue alumna y luego ayudante de Lorenzo Domínguez.
En 1939 conoció a Constantin Brancusi en París, lo que produjo un quiebre con su maestro al volver a Chile. Fue profesora de escultura en la Escuela de Bellas Artes durante 37 años. En 1945 obtuvo la beca Guggenheim y partió a Nueva York, donde estudió grabado en el Atelier 17 con William Hayter.
En 1959 viajó a Isla de Pascua, experiencia que según la artista marcó un antes y después de su obra. En 1973 se convirtió en la primera mujer en asumir la dirección del Museo Nacional de Bellas Artes. En 1995 fue reconocida con el Premio Nacional de Arte. Falleció el 15 de marzo de 2012, en Santiago.
Portada de la revista estadounidense Life, en la cual posó junto a sus “16 profetas”, monumentales esculturas instaladas en la cúpula de la Basílica de Lourdes. Considerada una de las tres escultoras más importantes en la historia de Chile, junto a Rebeca Matte y Marta Colvin.
MATILDE PEREZ, ARTISTA CHILENA.
“Tal vez tenga un cerebro mágico, no sé. Más que cuadros, los míos son pensamientos”.
Matilde Pérez fue una mujer atemporal, los años y las épocas nunca le impusieron nada que a ella no le interesara. Huérfana de madre, a los 5 años supo que quería ser artista y sin proponérselo se transformó en la más vanguardista del arte moderno chileno.
Desde sus inicios Matilde decidió que el arte figurativo le ponía límites a su capacidad expresiva y se embarcó en una búsqueda que la llevó a explorar distintos formatos hasta que en 1960 partió a París a estudiar un año becada por el gobierno francés.
Ahí conoció al húngaro Víctor Vasarely, de quien aprendió las posibilidades de la abstracción geométrica y adoptó el lenguaje cinético. Volvió a Chile y se dedicó a crear incansablemente esculturas, murales, collages, cuadros y grabados. Siempre con el “ojo móvil”, durante décadas ajena a las modas y a la fama.
Matilde murió a los 97 años, intacta mente moderna, lúcida y visionaria. Ganó montones de premios y reconocimientos pero no el Premio Nacional de Artes Plásticas: “Yo funciono para el que quiera conocerme. El que no quiera, está bien. No tengo responsabilidades con nadie. Nunca me he preocupado si en Chile me reconocen”.
Isidora Aguirre, escritora y dramaturga chilena.
Autora principalmente de obras dramáticas de temas sociales que han sido representadas en numerosos países de América y Europa.
Una carrera de 50 años, ser la creadora de la famosa La Pérgola de las Flores y otra treintena de obras teatrales, hacen de Isidora Aguirre una de las mujeres más importantes de la dramaturgia nacional del siglo XX.
Hija de un ingeniero y de una pintora, Isidora Aguirre nació en 1919 en Santiago. Desde niña recibió una educación de tipo artístico y estuvo rodeada de intelectuales de la época, amigos de sus padres, como María Luisa Bombal, Pablo Neruda y su tía Esther Huneeus, la creadora de Papelucho. Antes de cumplir los veinte años realizó estudios de trabajo social, literatura, piano, ballet moderno y dibujo.
A sus 21 se casó con un español, con quien se mudó a París 5 años después. Los conocimientos aprendidos le sirvieron mucho para sobrevivir en la capital francesa donde trabajó de ilustradora, al mismo tiempo que continuaba estudiando teatro y cine. De vuelta en Chile, arriba de un trolebús se topó con el actor y director de teatro Hugo Miller, quien tras el encuentro, se convirtió en su profesor de dramaturgia en la Academia Chilena del Ministerio de Educación en 1952. Desde aquí la vocación de Isidora se vuelca por completo hacia el teatro hasta su muerte en 2011.
Así Isidora comenzó a trabajar con los teatros que estaban al alero de las universidades, como el Teatro Experimental de la Universidad de Chile y el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica, lugar donde estrena en 1960 su icónica La pérgola de las flores. La obra, musicalizada por Francisco Flores, desarrolla una historia donde el choque de clases, la comedia y música, la transformaron rápidamente en un clásico del teatro chileno y en la primera obra nacional en tener éxito internacional.
La mayoría del trabajo de Isidora Aguirre, estuvo siempre influenciado por los postulados teatrales de Albert Brecht, donde se planteaba el teatro con un compromiso social, piezas testimoniales que daban cuenta de los problemas de la época. Así, la dramaturga realizaba exhaustivas observaciones en terreno junto a una intensa investigación documental de manera de crear historias que vinieran de la realidad. Por ejemplo para Los Papeleros de 1962, la escritora pasó un mes viajando cada día a basurales periféricos de Santiago para ver cómo vivían y trabajaban los recolectores de papel. Isidora tenía la convicción de que sólo así podía escribir una obra que realmente retratara la realidad de la miseria, la explotación y la desigualdad social que existía en la labor de estas personas. Otras obras que se identificaron con esta metodología de creación desde hechos reales, fueron Población Esperanza, Los que van quedando en el camino y Retablo de Yumbel. Además de esta corriente realista en su trabajo, Isidora Aguirre escribió obras de carácter histórico como Lautaro. Epopeya del pueblo mapuche (1982) y Manuel (1990), inspirada en la vida de Manuel Rodríguez.
El éxito de las obras de Isidora Aguirre fue gracias a su preocupación y puesta en escena de los problemas sociales de la época, que la terminaron por convertir en una de las grandes dramaturgas chilenas del siglo XX. También fue una gran patrocinadora de la formación de grupos teatrales, donde ejercía de profesora y a la vez promovía la actividad teatral en provincia.
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Exposición Emerge
Exposición Emerge: Arte contemporáneo del puerto
Por Felipe Forteza.
CV Galería presenta una selección de artistas contemporáneos de la región de Valparaíso.
Buscando descentralizar el arte de Santiago, hemos invitado a estos creadores, de diversas trayectorias, generaciones y temáticas, a exhibir sus trabajos en un espacio, que al igual que ellos, es emergente. La riqueza y espontaneidad de sus obras nos permiten vislumbrar la aguda mirada de una generación que va más allá de la simple observación individual del mundo que los rodea, sino que proceden con deliberada osadía exponiendo escenarios diversos, propios de su desprejuiciada formación.
Ana Blanchard, Carolina Agüero, César González, Coti Dörr, Danila Ilabaca, Danny Reveco, Editorial PLO, Felipe Robles, Gabriel Holzapfel, Javiera Ovalle, Joaquín Rodríguez, José Pemjean, Juvenal Barría y Paula López Droguett, levantan obras desde lo que ellos denominan el borde, dicho de otra forma “la región”.
En ese ejercicio desde el borde, hacia lo que definen como el centro, “la capital”, dan a conocer y visibilizan sus prácticas artísticas, cuya fuerza radica en el ímpetu, la convicción y la certeza que las variables territoriales no son barreras, sino oportunidades.
Es imposible desconocer que entre “el centro y el borde” existe una ruptura cultural, creada por nuestra propia idiosincrasia y la imposibilidad actual de unir los extremos. Lo que sí podemos aseverar es que los trabajos que presentan estos artistas son el fiel reflejo de las posibilidades que ofrece el arte contemporáneo, sin importar dónde se genere.
Su imaginario y lo que se podría considerar arte del puerto, observa discursividades y estéticas que nos muestran problemáticas y temáticas que bordean lo local y se insertan en lo global, fenómeno propio de nuestro tiempo, generado por la gran cantidad de estímulos visuales que nos influencian diariamente, sean reales o virtuales, pero con el virtuosismo que provoca precisamente vivir fuera “del centro”, permitiendo a estos creadores incorporar el territorio al que pertenecen en sus trabajos, lo que posibilita una diversidad y fertilidad en sus trabajos.
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A qué sabe el arte
¿A qué sabe el arte?
Fusión de Arte- Gastronomía en CV Galería y Museo Ralli.
CV Galería, un lugar multidisciplinario que fortalece la hibridación de la cultura y el sentido de comunidad. En él conviven el arte, la gastronomía, la arquitectura, la botánica y el diseño.
El espacio busca promover el arte contemporáneo, es por eso que en forma conjunta con el Museo Ralli de Santiago realizó el proyecto “¿A qué sabe el arte?” Seis de nuestros reconocidos chefs participaron de una experiencia estética y gastronómica, en torno a las artes visuales y la gastronomía, entablando un diálogo entre estos dos conceptos.
Cada chef eligió una obra del Museo Ralli como inspiración, donde la textura del material, los colores, la composición y el artista, fueron fuente para las obras resultantes, siendo este proyecto un viaje a través del gusto, entendido como sentido y como estética, derivando a la pregunta ¿A qué sabe el arte?
Estos artistas de la buena mesa, desafiaron la creatividad y nos invitan a visualizar la fusión de sus procesos creativos en obras culinarias inspiradas en distintas obras.
“Venus spatiale” escultura en bronce del artista español Salvador Dalí (1904-1989), fue la que escogió el chef internacional Renzo Tissinetti nombrando el plato “Entre lo efímero y lo carnal”, Ostra con crema de ajo blanco, aire de amontillado y ajo negro chilote.
Por otro lado, Juan Andrés García del nuevo Restaurante “Fe y Barra La Java” “Me inspiré en el cuadro de Héctor (Tito) Calderón, «El sueño de la intensidad», puse al cochayuyo de protagonista. Para los que cocinamos nuestra meta es darle valor a los productos y por eso puse al cochayuyo en el centro, nadie lo toma mucho en cuenta y por eso cree mi plato “Ostión mulato celoso”
Grey Sierra de Etniko creó “La transformación del Calder 59” basándose en el cuadro “Composition” del artista estadounidense Alexander Calder. Experimentótal como dijo “Una mezcla de sabores de una forma extravagante y al mismo tiempo simple y sabrosa” El plato tiene un puré de curry amarillo y rojo ahumado, una flor de sashimi de pescado blanco y un langostino braseado. Con toques de tinta de calamar y leche de coco que unifica todo.
Víctor Aguilar de Lolita Jones junto a Alexandra Inzunza y Nicolás Yankovic eligieron “El gimnasta de Rufino Tamayo, México.” “En lo personal me gusta mucho la obra de Tamayo, él es oriundo de mi ciudad Oaxaca por lo que me sentí muy representado” Agregó “Utilicé ingredientes y técnicas de la cultura zapoteca”
La chef Sonia Vigo de La Dicha, junto a los banqueteros Pablo Bagnara y Francesca Margozzini, ocuparon de modelo “La mesa puesta” de Roser Bru. A partir de este ejemplar crearon “Sandía con quinoa roja y queso feta de cabra”
Y por último, Solangge, López de La Picantería creó “Pastelera Peruana o Tradicional Espesado Norteño” un espesado Norteño de ají amarillo y cilantro, dados de pescado acevichado, langostinos de la Patagonia salteados, aros de cebollín crocante, palta flambeada y un toque fino de aceite de Achiote. Se inspiró en Víctor Vasarely, con la obra “Tridim – Cristal – II” La chef dijo “Es una obra perfecta, no hay un color que llame más que otro, hay un equilibrio”
El objetivo de la fusión de CV Galería y Museo Ralli, es generar activaciones que posicionan el arte y la gastronomía en la comuna de Vitacura. Por esta razón, establecemos un diálogo entre estas dos disciplinas, buscando comunicar nuevas inquietudes e interpretaciones, como también expresar sensaciones y experiencias en torno a los que nos apasiona: el arte.
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Rodrigo Vargas
Entrevista Rodrigo Vargas sobre su obra Cardumen.
Conversamos con Rodrigo Vargas, artista visual que realizó la obra Cardumen en CV Galería. Compuesta por aproximadamente 30.000 cucharas de acero inoxidable y 35.000 remaches pop de aluminio, de dos módulos de 3 metros de largo, 60 cm de ancho.
Te invitamos a leer la entrevista y a visitar su obra, ubicada en el cielo de Nivel Terraza de CV Galería. “El diálogo y su contraste, realzan el cuerpo metálico y lo traslúcido del trabajo” dice el creador, CV Galería es el lugar perfecto porque la obra expresa un movimiento en la arquitectura que lo rodea y la rigidez del entorno, donde interrumpe con un “ruido” visual a todo transeúnte en su uso cotidiano tal como señaló Vargas.
¿Cuéntanos en qué te inspiraste?
Más que inspiración, en mi trabajo, nos encontramos con una serie de operaciones dicotómicas y paradojas, empezando por el hecho de que la obra está compuesta por materiales simples, de uso cotidiano, pero con una especificidad singular como las cucharas, que tienen la posibilidad de ser cóncavas y convexas, permitiendo formas volumétricas en ambas caras, además al trabajarlas serializadas, me aportan la rigidez necesaria para construir volúmenes a gran escala.
¿Cómo fue el proceso creativo de Cardumen?
Bajo la perspectiva creativa, es en el proceso de creación donde el aprendizaje de una técnica en específica se adapta a mi metodología de trabajo, la cual siempre desemboca en un ensamble o tejido, lo que significa para mí el gesto artístico. La base de mi trabajo remite al objeto en términos paradójicos, producto de un cruce entre la elección y manipulación de un elemento industrial reproducido en serie. En este caso, se busca un patrón con cierta cantidad de cucharas que supone un cálculo matemático con probabilidades según el tamaño para generar el módulo que será reproducido para completar el tamaño del volumen total. Siempre se parte con una idea, pero en el trayecto uno siempre está susceptible a modificaciones que tiende a poner el pie forzado cuando se trabaja con lo tridimensional.
¿Por qué elegiste como material principal las cucharas?
Esta suerte de aprovechamiento de materiales cotidianos sin propiedades de construcción y su ensamblaje manual, producen una contraposición. Estos materiales, inanimados y rectilíneos, adquieren un movimiento aparente, mediante su uso para lograr una forma que hace mención a lo curvo-natural. Además, está la organización mediante la manufactura, que causa que objetos diseñados para operar por sí solos por ejemplo, (cucharas y remaches ) se articulen en un conjunto mayor, al cual doto de una nueva funcionalidad, mediante el trabajo manual (contradicción).
¿Qué quisiste lograr?
Con el mundo de lo inanimado, mediante la organización en torno a una figura natural que llega a dar la sensación de cierto movimiento. Por otra parte, lo industrial y artificial, reflejado en los objetos usados para armar mis esculturas, pasa a segundo plano, opacado por un trabajo de índole artesanal, manual, por una manufactura que es también un gesto. En este caso, las operaciones están presentes, son acompañadas por un trabajo, una realización. Es la mano la que vuelve a operar en la obra, el gesto, el tiempo invertido el que destella entre las uniones del tejido. El tejido como método de distribución objetual (desde el entrelazado). Dicho esto, el cruce no es otra cosa que la suma del objeto serializado decantando en forma y anulando su uso cotidiano re significando su función.
¿Qué mensaje quieres transmitir?
Más que un mensaje en especial, lo que busco con mis trabajos es emplazar una pregunta. Una serie de movimientos repetitivos que articulan una serie de elementos, pero que no hacen mención al aburrimiento o a un ritmo tedioso y redundante, sino que emergen en una figura clara, organizada. Los objetos están a la vista, sus uniones son observables, apreciables, donde incluso los espacios vacíos o tramas, toman parte de la materialidad de mis trabajos, cooperando a constituir la forma. Inclusive, estos objetos serializados, indiferentes, que por medio del trabajo manual se articulan, como haciendo defensa conjunta de cierta autonomía, reclaman un lugar anunciándose con su materialidad en conjunto, tomando una nueva forma e irrumpiendo finalmente con un “ruido” visual, ajenos al silencio al que se los condena en su uso cotidiano.
En resumen, lo que aparecería al final de todas estas series de contraposiciones, en el espacio reclamado por la estructura, podrían ser las ideas de paradoja y manualidad. En ambas, los gestos individuales y la materialidad de los elementos que conforman los trabajos se desvanecen y sólo pueden volverse funcionales en conjunto, en su mutua cooperación y dependencia, armando un espacio –la trama – y un tiempo –el proceso – propios, arrebatándole a la realidad cotidiana un trozo para volverlo parte de si, su contenido, el pequeño y delicado hábitat que intenta proteger del exterior consigo misma.
¿Por qué CV Galería para exhibir la obra?
Por el diálogo y su contraste, que realzan el cuerpo metálico y lo traslúcido del trabajo, Cardumen que en este caso está estático denota un movimiento eterno en las rectas del edificio y la rigidez del entorno.
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"¿Quién mató el Squadritto?"
"¿Quién mató el Squadritto?"

Foto: El Mostrador
Por Cristián Warnken
“Estimados amigos enloquecidos:
Intento mantener la serenidad y la necesaria distancia, cultivando mi jardín, poniendo cercas para contener la avalancha de informaciones que todos los días se abalanzan sobre cada uno de nosotros –habitantes de este mundo convertido en panóptico virtual–, intoxicándonos de mentiras o verdades a medias, exacerbando nuestros miedos, nuestras rabias e incertidumbre.
Prefiero escuchar los pájaros que visitan mi jardín que a los papagayos que cacarean en los medios de incomunicación. He logrado protegerme de las sucesivas olas de la “infodemia”. Pero una noticia que traspasó mis muros de autoprotección (que he levantado para defenderme de la ciudad de la Furia y de la Funa) acaba de afectarme y amenaza con hacerme una víctima más de la melancolía, la epidemia del alma cuya curva de contagios se dispara en estos tiempos de pandemia. Acabo de saber que se cierra el restaurante Squadritto, del barrio Lastarria.
Algún día haremos la lista de los lugares muertos a causa de ese letal “combo” de estallido y pandemia: el Cinzano en Valparaíso, el Café Colonia, el cine arte Normandie, el restaurantee Squadritto en el centro de Santiago. ¡Y también el Venezia en Bellavista!
Cuando volvamos a caminar con total libertad y desaprensión las calles de nuestras ciudades, nos daremos cuenta de lo que hemos perdido. “Todo lo que perdido / volverá con las aves”, decía el poeta Jorge Guillén. Le pregunto a los pájaros de este jardín: ¿dicen la verdad esos versos o todo se pierde irremisiblemente y no hay resurrección para los lugares sagrados de la ciudad?
Los créditos Covid no dan abasto para reanimar a tantos negocios agónicos. No hay UCI para los negocios que agonizan. Al perder el restaurante Squadritto, no perdemos una oferta gastronómica más: perdemos un lugar de encuentros, de conversaciones, de ritos.
La vida actual cada vez tiene menos ritos, afirma en su último libro el filósofo Han Byung-Chul. Y eso lo escribió antes de esta peste. La vida sin ritos es una vida sin sentido, vacía. Los ritos presenciales no son sustituibles. El delivery no podrá nunca reemplazar la alegría de un plato servido en la mesa que siempre escogemos y servido por el mozo cuyo nombre conocemos y que conoce nuestro nombre. El delivery pertenece al mundo exprés; los restaurantes al reino de lo “slow”, de la lentitud perdida. Los restaurantes entrañables, con historia, nos otorgan una nueva forma de domicilio que nuestro propio hogar no nos da.
Quiero decirles que cada vez que entraba al Squadritto me sentía regresando a mi casa. Y cada uno de los encuentros ahí vividos, las reuniones celebradas, las conversaciones (algunas muy largas y muy regadas) se me aparecen y me penan. Esos eran los acontecimientos de un tiempo verdadero, un “Kayrós” que nos permitió resistir las ansias devoradoras del Cronos bajo cuyo poder vivíamos antes de este frenazo de esta pandemia. No puedo dejar de evocar a los amigos muertos con los que concelebré cenas sagradas, con los que cultivé la religión de la amistad. Recuerdo a Óscar Bustamante, arquitecto y narrador levantado su copa de vino frente a mí, haciéndole una finta a la muerte, con su mirada de niño y hombre, llena de una tristeza y una elegancia a estas alturas extinta. O Jorge Edwards, memorialista eximio, diseminando anécdotas sabrosas de un Santiago desaparecido. Y Paz de Castro fumándose el último pucho con la entrañable Jovana Skármeta haciéndonos reír a carcajadas con una historia desopilante vividas por ellas, y narrada después magistralmente por Pedro Lemebel. O Miguel Serrano, el último mago de la generación del 38, haciendo un gesto con la mano para limpiar la comida de cualquier “interferencia” de ondas negativas venidas de alguna Matrix. En la mesa de al lado estaba la entonces ministra de Salud, Michelle Bachelet. Recuerdo que se saludaron. ¿Lo viví o lo soñé?
Era como en el viejo Chile, en que era posible encontrar en los lugares sagrados (bares, restaurantes) a los enemigos políticos compartiendo la misma mesa, la diversidad de verdad, no la impuesta por decreto ni discursos grandilocuentes y muchas veces vacíos. ¿Se rompió esa convivencia para siempre?
Veo al poeta Armando Roa acunando un whisky entre sus manos mientras recordaba algún verso de un poeta anglosajón que ninguno de los comensales conocíamos, traducidos por él, como un médium de bardos olvidados en estos tiempos de indigencia. Desde otra mesa Radomiro Spotorno –que goza de una ubicuidad sorprendente que lo hace estar en España y Chile a la vez– lanza, con su voz profunda, alguna ironía memorable… Y Lafourcade, que amó la Poesía de esos barrios, andaba por ahí y todavía recorre las calles ahora confinadas, buscando su memoria perdida, desorientado a ver tantos lugares muertos.
Me veo a mí mismo, embobado, mirando a los ojos a mi gran Amor, Lucero del Alba, Flor Gigante, embelesado por la Belleza que Platón nos enseñó a contemplar para aspirar a ver alguna vez la Verdad cara a cara, fuera de esta caverna. ¡Qué jóvenes éramos y cuán inmunes y protegidos nos creíamos por ese centro de la ciudad, cerca del cerro Huelén (Santa Lucía), que en mapuche significa “dolor”!
Squadritto –con sus muros llenos de frescos que evocaban pinturas como de un palacio de Adriano– era nuestra caverna cava, pero una caverna donde no veíamos sombras proyectadas en la pared, porque la luz estaba adentro y salía de las cocinas con platos humeantes, epifánicos, regalos de esa Italia que siempre nos salva –estemos donde estemos– de cualquier pesantez.
¿Quién mató el Squadritto? ¿Sólo esta pandemia global? Algunos les endosarán toda la culpa a los chinos. Pero hay que decirlo con todas sus letras, aunque las furias nos funen: también el “estallido social” mató a nuestros lugares sagrados. Las multitudes manifestantes que traían por un lado el Eros de un nuevo despertar jubiloso y lleno de esperanza fueron muchas veces escoltadas por batallones tanáticos que martirizaron un barrio axial de la ciudad –un axis mundis– sin piedad ni medida. Era Tanatos, la contracara del Eros manifestante. Veo la pequeña iglesia de Veracruz de Lastarria ardiendo, y las turbamultas de demonios destruyendo todo a su paso, un barrio donde siempre uno está rodeado de “fantasmas para poder pensar” ( lo decía el poeta metafísico Omar Cáceres). Los barrios tienen energías, presencias, fantasmas propios: y ellos han sufrido por décadas la brutalidad de la desmesura inmobiliaria (que no cree ni en fantasmas ni lares ni sacralidad urbana alguna) primero, y luego se desató como tempestad sobre ellos la rabia incontenida, la hybris jacobina que terminó por desnaturalizar el “despertar” ciudadano.
Algún día se escribirá el lado oscuro de ese “despertar” y nos daremos cuenta de que no se diferencia mucho del asalto de los bárbaros trumpistas del Capitolio. El negocio de la polarización alimentada por las transnacionales digitales crece explosivamente a costa de nuestras frágiles democracias y ciudades y usa el legítimo descontento contra las múltiples desigualdades del mundo para polarizar. Pero aquí, tras la paletada (sobre los lugares de la ciudad quebrados, muertos), “nadie dice nada”. Es políticamente incorrecto decirlo y para los “constructores” de un nuevo orden social, la supuesta Ciudad Utopía donde algún día llegaremos, la destrucción de una ciudad no importa, es solo un “daño colateral”. Al ver nuestro centro incendiado y vandalizado recordé estos versos: “Ha llegado el tiempo de los asesinos”, del joven Rimbaud, el tiempo de los Al-Hachich, la secta fanática islámica. ¿Sobrevivirá el restaurante Les Assasins, a pocas cuadras del Squadritto?
Recuerdo al poeta del parque, Marcelo Jarpa, que escribe haikús a las hojas de otoño del Parque Forestal, paseando extraviado en medio de la humareda de esos días difíciles de octubre, respondiendo a la pregunta “¿Y tú , poeta, qué piensas de todo esto?”, responder: “Yo no pienso, yo rezo”· “Rezo por vos”, como diría Charlie García. Rezamos por el Squadritto, rezamos por el Museo Violeta Parra, rezamos por la Fuente Alemana, por el Museo de Bellas Artes, por la Biblioteca de Providencia, pero muchos de esos rezos no fueron escuchados. ¿Los dioses abandonaron nuestro barrio?
Squadritto resistió heroicamente, lo que pudo. Resistió por nosotros. ¿Nadie presentó un recurso de protección por él? Una voz vacía, impersonal, la voz de estos tiempos inclementes, responde: “No ha lugar”. Como el título del poemario de Armando Uribe, vecino del mismo barrio. Uribe –el último católico de verdad– tiene también que haber rezado para que el barrio no muriera. Lo deben haber escuchado los “resurrectos” Chico Molina, Enrique Lihn, buscando como nosotros bares que ya no existen, donde podamos repetir el verso con que se despedían los antiguos miembros de la bohemia santiaguina: “oh! amigos enloquecidos, / adiós!, hasta la hora soberbia de los esqueletos”.
Amigos vivos y muertos: ya no volveremos al Squadritto a paladear ese osobuco sustancioso o esos penne all’Arrabbiata que nos hicieron sentir tantas veces que estábamos vivos, que la comida, la amistad, el vino son la prefiguración del Paraíso. Ese “con-sentir” juntos que es propio de la amistad, como lo dice Aristóteles en un capítulo de la Ética a Nicómaco. En la plenitud de ese “con-sentir” el plato disfrutado y la conversación como alimento, alcanzábamos “la hora soberbia de los esqueletos”: pero solo conoce el Paraíso el que lo ha perdido. Perdimos el Squadritto. Cuando vuelva a abrir el cine Lastarria –y cuando eso ocurra eso será el signo claro de que la pandemia ha terminado– y crucemos la calle para ir a celebrar, nos daremos cuenta de que hay un vacío al centro de la calle Rosal. Tendremos que recitar algún verso en italiano, claro.
Tal vez “vendrá la muerte / y tendrá tus ojos” de Pavese. O “en el medio del camino de nuestra vida / me encontré en una selva oscura, / habiendo perdido el recto camino”. La “selva oscura” es cuando no cuidamos nuestras ciudades, nuestros barrios, nuestros lugares sagrados. Eso es el Infierno, o algo muy cercano a él.
Disculpen estos desvaríos, queridos amigos. La melancolía, la pena, creo que me han hecho ir un poco lejos. “La emoción se me sube a la cabeza”, como diría el chamán antipoeta. Sé que me puse muy retórico. Recuerdo esta escena narrada por Cervantes. Una conversación de caballos. Rocinante –caballo del Quijote– elucubra sobre la vida y la muerte; Bavieca –caballo del Cid– lo mira asombrado. “Filosófico estáis”, le pregunta Bavieca a Rocinante. Este contesta: “¡Es que no como!”. Lo mismo digo: “¡Es que no como hace mucho tiempo en el Squadritto!” Es que no comeremos más en la misma mesa, al centro de la enigmática calle Rosal. Esta carta era para abrazarlos, para llorar con ustedes. ¡Cómo echo de menos nuestros “¡Banquetes”, que a la manera platónica unían conversaciones con libaciones! No encontré otra forma de hacerlo que escribiendo estas divagaciones que me salieron del alma. Eso hacen los amores perdidos con nosotros: nos hacen decir desvaríos.
Que estos desvaríos míos sean entendidos como una declaración de amor a nuestro, a vuestro querido Squadritto, perla, flor de nuestro barrio herido. ¡Amigos enloquecidos!
Enero 2021
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"El espacio donde la vegetación te abraza"
"El espacio donde
la vegetación te abraza"
Por Manuel Feliú, Paisajista
Recuerdo mi primera impresión cuando vi este edificio, al menos un par de años antes que se presentara la oportunidad de hacer un proyecto de paisajismo en él. Me impresionó no sólo su increíble ubicación -siempre me encantaron los edificios en ochavos- sino también su actitud. Por donde lo miraba el edificio se imponía.
Luego me tocó la suerte de ejecutar el proyecto de paisajismo para su placa comercial. Tuve que profundizar en toda la complejidad del edificio, cuando todo era un tremendo bloque de hormigón armado de una geometría excepcional.
Con Orlando Gatica y Matías Ruiz, cabezas del proyecto de diseño, recorrimos el edificio por todos sus rincones preguntándonos ¿cómo desde ese pozo profundo de hormigón armado íbamos a lograr un espacio vivo que respirara, desde sus paredes, hasta sus pavimentos y cielos? ¿Cómo activar este espacio vegetalmente?
Pues aquí no bastaba un proyecto de paisajismo tradicional, debíamos también hacer algo que estuviera a la altura de esa arquitectura radical.
Fue entonces, donde empezamos a trazar los hilos de nuestro proyecto de paisajismo, enhebrando el espacio en sus tres envolventes con plantas, que no tuvieran timidez en su expresión, pues aquí necesitábamos exuberancia y verdes profundos.
La paleta vegetal se empezó a desplegar acoplándose a soluciones técnicas que la hicieran posible, colgándose de las paredes, del cielo y emergiendo desde suelo.
Invité a Rosemarie Ulrich que nos ayudó con el estanque de plantas acuáticas -su especialidad-, verdadero corazón del nivel botánica, el cual emerge desde el piso con una forma orgánica estirándose hacia arriba en un gesto como de querer hacerse más grande. Las Alocacias (mantos de eva) gigantes, las Alsophilas (helechos paragua) y las Dicksonias Antárticas fueron piezas esenciales de la paleta vegetal.
Buscábamos, entremezclando con hayas rojas gigantes que requirieron de una circense y orquestada maniobra para poder instalarse en macetas que se suspendieron a casi ocho metros de altura, y que debían soportar 4 toneladas al menos de vegetación. Todo este proyecto estuvo sincronizado y orquestado a la perfección.. El equipo entero que se formó desde el mandante hacia abajo, funcionó de forma sincrónica, uniendo talento y pasión, logrando un espacio único.
Hoy, al entrar en CV Galería y bajar al Nivel Botánica, te sumerges en un pozo que respira, donde la vegetación te abraza y hace que te olvides de estar en la ciudad. Finalmente, de eso se trataba todo.
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